Cómo nos haces de falta Pablito. No Pablo Picasso ni Pablo Marmol. Tú, Pablito Franco. De verdad, cómo nos haces de falta. Sí, es cierto que por años hemos renegado de tu poco convencional familia. Nos hemos burlado hasta el cansancio de Charly y de Julius (bueno y de Esteban, y de Gaby y de Samy y de...), y a Danielita no la hemos bajado de ‘bandida’, pero eso no ha mitigado el profundo vacío que dejó tu partida de Padres e hijos.
Es que tú los superabas a todos. Tu característico “Hola Charly”, con la cabecita inclinada, los hombros subidos y las manitas en los bolsillos, nos derretían. Y es que cual Moisés llegaste a la casa Franco. No me acuerdo qué pasó con tus papás, pero tengo claro que Manolo Cardona fue tu hermano por años. Aunque muchos dicen que él no te aguantó y decidió abrirse para triunfar por su lado en el maravilloso mundo de las telenovelas, yo pienso que te tenía envidia y no soportaba que lo opacaras.
Pero él, tu brother de verdad verdad, no fue el único que no soportó tu brillo. De lejos se notaba que los postizos, el adorable cabezoncito de Julius y el apuestísimo Esteban -experto futbolista, cocinero y gigoló- te tenían envidia. Sin embargo tú siempre tan estoico aguantaste con gallardía y desparpajo sus ataques.
¡Ay!, querido y regordete Pablito, nos haces mucha falta. Nosotros fuimos testigos de cómo te convertiste en un hombre. Esa carita tuya de mogolla fue creciendo y creciendo hasta convertirte en una apuesta mogollita.
Muchos de los detractores acérrimos de Padres e hijos no han titubeado al decir que tú no jugabas un papel importante en la historia, que eras un adorno, un relleno. Puras idioteces. Eras fundamental en esa complejísima trama. Si tú no hubieras estado quién hubiera sapeado al buen Esteban cuando cometía sus diabluras o quién habría hecho las veces de consagrado consejero cuando Danny entraba en sus habituales crisis existenciales, motivadas por su ‘moral distraída’. Peor aún, quién se hubiera encargado, sin decir una palabra, de cargar a María –la menor de los Franco. Última hija de Charly y Gaby, medio hermana de Danny, Fede, Nata, Esteban, Julius y Andrea, pero nada tuyo-, mientras el resto se embarcaba en alucinantes aventuras para grandes y chicos. Eras fundamental y no nos explicamos porqué te sacaron del programa. Cuando todos te trataban como un arrimado y te dejaban a un lado, nosotros te acompañamos de todo corazón. Por eso Pablito, la desazón de tu partida se rehúsa a desaparecer.
Aunque es doloroso, hay una luz al final del camino. Sí. Para nadie es un secreto que el mágico mundo de Padres e hijos hace ver a Macondo, a la Tierra Media, a Narnia, al mundo de Mí pequeño pony y a Oz, con mago y todo, como un desenfriolito. Entonces qué habría de raro con que volvieras convertido en un magnate de Internet, en un reconocido playboy o incluso en un ultravillano empecinado a acabar con los Franco. Absolutamente nada. Nunca se nos olvidará que Anamaria, la primera esposa de Charly -a la que, dicho sea de paso, le puso los cachos igual que a Gaby- murió dejándonos muy tristes, pero varios años después volvió en la forma de su hermana gemela. Por eso, Pablito, regresa, pide cacao a los dueños del programa y regresa.
Te quiero mucho.
Es que tú los superabas a todos. Tu característico “Hola Charly”, con la cabecita inclinada, los hombros subidos y las manitas en los bolsillos, nos derretían. Y es que cual Moisés llegaste a la casa Franco. No me acuerdo qué pasó con tus papás, pero tengo claro que Manolo Cardona fue tu hermano por años. Aunque muchos dicen que él no te aguantó y decidió abrirse para triunfar por su lado en el maravilloso mundo de las telenovelas, yo pienso que te tenía envidia y no soportaba que lo opacaras.
Pero él, tu brother de verdad verdad, no fue el único que no soportó tu brillo. De lejos se notaba que los postizos, el adorable cabezoncito de Julius y el apuestísimo Esteban -experto futbolista, cocinero y gigoló- te tenían envidia. Sin embargo tú siempre tan estoico aguantaste con gallardía y desparpajo sus ataques.
¡Ay!, querido y regordete Pablito, nos haces mucha falta. Nosotros fuimos testigos de cómo te convertiste en un hombre. Esa carita tuya de mogolla fue creciendo y creciendo hasta convertirte en una apuesta mogollita.
Muchos de los detractores acérrimos de Padres e hijos no han titubeado al decir que tú no jugabas un papel importante en la historia, que eras un adorno, un relleno. Puras idioteces. Eras fundamental en esa complejísima trama. Si tú no hubieras estado quién hubiera sapeado al buen Esteban cuando cometía sus diabluras o quién habría hecho las veces de consagrado consejero cuando Danny entraba en sus habituales crisis existenciales, motivadas por su ‘moral distraída’. Peor aún, quién se hubiera encargado, sin decir una palabra, de cargar a María –la menor de los Franco. Última hija de Charly y Gaby, medio hermana de Danny, Fede, Nata, Esteban, Julius y Andrea, pero nada tuyo-, mientras el resto se embarcaba en alucinantes aventuras para grandes y chicos. Eras fundamental y no nos explicamos porqué te sacaron del programa. Cuando todos te trataban como un arrimado y te dejaban a un lado, nosotros te acompañamos de todo corazón. Por eso Pablito, la desazón de tu partida se rehúsa a desaparecer.
Aunque es doloroso, hay una luz al final del camino. Sí. Para nadie es un secreto que el mágico mundo de Padres e hijos hace ver a Macondo, a la Tierra Media, a Narnia, al mundo de Mí pequeño pony y a Oz, con mago y todo, como un desenfriolito. Entonces qué habría de raro con que volvieras convertido en un magnate de Internet, en un reconocido playboy o incluso en un ultravillano empecinado a acabar con los Franco. Absolutamente nada. Nunca se nos olvidará que Anamaria, la primera esposa de Charly -a la que, dicho sea de paso, le puso los cachos igual que a Gaby- murió dejándonos muy tristes, pero varios años después volvió en la forma de su hermana gemela. Por eso, Pablito, regresa, pide cacao a los dueños del programa y regresa.
Te quiero mucho.
DR